Acatisto al Santo Nicolás, Arzobispo de Myra en Licia, el Taumaturgo

Kon­ta­kion 1

Oh Santo Je­rar­ca Ni­co­lás, ex­cel­so tau­ma­tur­go y sier­vo fiel de Cris­to, que vier­tes sobre el mundo el va­lio­sí­si­mo miro de la mi­se­ri­cor­dia y eres fuen­te inago­ta­ble de mi­la­gros; te alabo lleno amor, y te pido que ya que estás ante el Señor, me li­bres de todos los males, para que pueda ex­cla­mar:

¡Alé­gra­te, oh Ni­co­lás, gran tau­ma­tur­go!

Ikos 1

Siendo de na­tu­ra­le­za te­rre­nal, el Crea­dor de todo te ha ma­ni­fes­ta­do con apa­rien­cia an­ge­li­cal, pues pre­veía la fruc­tí­fe­ra bon­dad de tu alma, oh ben­di­to Ni­co­lás. Él nos ins­pi­ra para que te ala­be­mos di­cien­do:

Alé­gra­te, tú que fuis­te ale­gría para tu madre desde que es­ta­bas en su seno. Alé­gra­te, tú que has sido san­ti­fi­ca­do. Alé­gra­te, pues has ma­ra­vi­lla­do a tus pa­dres con tu na­ci­mien­to. Alé­gra­te, pues al ser bau­ti­za­do mos­tras­te la fuer­za de tu alma. Alé­gra­te, plan­ta de la tie­rra pro­me­ti­da. Alé­gra­te, flor sur­gi­da de la siem­bra di­vi­na. Alé­gra­te, vir­tuo­so sar­mien­to de la viña de Cris­to. Alé­gra­te, árbol mi­la­gro­so del jar­dín de Cris­to. Alé­gra­te, lirio bro­ta­do en el Pa­raí­so. Alé­gra­te, miro per­fu­ma­do con la fra­gan­cia de Cris­to. Alé­gra­te, pues por ti cesa el llan­to. Alé­gra­te, pues por ti nos llega la ale­gría.

¡Alé­gra­te, oh Ni­co­lás, gran tau­ma­tur­go!

Kon­ta­kion 2

Viendo como brota el miro de tus san­tas re­li­quias, oh sa­pien­tí­si­mo Padre Teó­fo­ro, nues­tras almas y cuer­pos son ins­trui­dos con tus ejem­plos, mi­la­gro­sa fuen­te de miro y por­ta­dor de vida, oh San Ni­co­lás. Con la mul­ti­tud de mi­la­gros que flu­yen como el agua de una fuen­te, por la gra­cia del Al­tí­si­mo, sa­cias a los que fiel­men­te su­pli­can a Dios di­cien­do: ¡Ale­lu­ya!

Ikos 2

Fuiste de­fen­sor de la Fe Or­to­do­xa junto a los San­tos Pa­dres de Nicea, ilu­mi­nan­do el co­no­ci­mien­to de la San­tí­si­ma Tri­ni­dad, y con ellos con­fe­sas­te al Hijo, Luz de Luz, Dios ver­da­de­ro de Dios ver­da­de­ro con­subs­tan­cial, no crea­do, igual al Padre y co­rrei­nan­te con Él, des­en­mas­ca­ran­do al in­sen­sa­to Arrio. Por ello los fie­les apren­die­ron a can­tar­te:

Alé­gra­te, mag­ní­fi­ca co­lum­na de la pie­dad. Alé­gra­te, for­ta­le­za donde se re­fu­gian los fie­les. Alé­gra­te, firme pilar de la Or­to­do­xia. Alé­gra­te, ve­ne­ra­ble por­ta­dor de la San­tí­si­ma Tri­ni­dad. Alé­gra­te, tú que pre­di­cas­te al Hijo, con igual honor que al Padre. Alé­gra­te, tú que ex­pul­sas­te al po­seí­do Arrio del santo Con­ci­lio. Alé­gra­te, glo­ria de los San­tos Pa­dres. Alé­gra­te, sabio entre los di­vi­na­men­te sa­bios. Alé­gra­te, tú que ha­blas con pa­la­bras de fuego. Alé­gra­te, tú que guías bon­da­do­sa­men­te a tu re­ba­ño. Alé­gra­te, tú que for­ta­le­ces la fe or­to­do­xa. Alé­gra­te, pues por ti se vence la he­re­jía.

¡Alé­gra­te, oh Ni­co­lás, gran tau­ma­tur­go!

Kon­ta­kion 3

Teó­fo­ro Padre San Ni­co­lás, con el poder que te fue dado de lo alto, lim­pias las lá­gri­mas del ros­tro de los que su­fren cruel­men­te, mos­trán­do­te, oh pia­do­so, como sus­ten­to de los ham­brien­tos, ti­mo­nel de los que están en alta mar, salud de los en­fer­mos, y ayuda de todos los que su­pli­can a Dios di­cien­do: ¡Ale­lu­ya!

Ikos 3

Ver­da­de­ra­men­te, oh Padre Ni­co­lás, te de­be­rían can­tar desde los cie­los y no desde la tie­rra; pues, ¿cómo puede un hom­bre con­fe­sar la gran­de­za de tu san­ti­dad? Pero no­so­tros con­quis­ta­dos por tu amor te su­pli­ca­mos di­cien­do:

Alé­gra­te, ejem­plo de ove­jas y pas­to­res. Alé­gra­te, santa pu­ri­fi­ca­ción de la moral. Alé­gra­te, re­ci­pien­te de gran­des vir­tu­des. Alé­gra­te, pura mo­ra­da de la san­ti­dad. Alé­gra­te, luz re­ful­gen­te y pura. Alé­gra­te, digno in­ter­lo­cu­tor de los án­ge­les. Alé­gra­te, ins­truc­tor de los cre­yen­tes. Alé­gra­te, pia­do­sa regla de la fe. Alé­gra­te, ima­gen de man­se­dum­bre es­pi­ri­tual. Alé­gra­te, pues por ti somos li­be­ra­dos de las pa­sio­nes car­na­les. Alé­gra­te, pues por ti somos col­ma­dos de dul­zu­ras es­pi­ri­tua­les.

¡Alé­gra­te, oh Ni­co­lás, gran tau­ma­tur­go!

Kon­ta­kion 4

Una tem­pes­tad de dudas ator­men­ta mi mente, ¿Cómo podré can­tar dig­na­men­te tus mi­la­gros, oh bie­na­ven­tu­ra­do San Ni­co­lás, pues nadie los puede enu­me­rar aun­que tu­vie­se mu­chas len­guas y los qui­sie­se na­rrar. Más no­so­tros nos atre­ve­mos a ce­le­brar a Dios que es ma­ra­vi­llo­sa­men­te glo­ri­fi­ca­do en ti di­cien­do: ¡Ale­lu­ya!

Ikos 4

Oh Teó­fo­ro Padre San Ni­co­lás, en todo el orbe se han es­cu­cha­do la gran­de­za de tus mi­la­gros, ya que por los aires, con tus li­ge­ras y grá­ci­les alas, pre­ve­nías a los ape­na­dos, li­bran­do rá­pi­da­men­te de los pe­li­gros a todos los que así te can­tan:

Alé­gra­te, li­be­ra­ción de las penas. Alé­gra­te, vehícu­lo de la gra­cia. Alé­gra­te, tú que dis­per­sas los males ines­pe­ra­dos. Alé­gra­te, sem­bra­dor de bie­nes desea­dos. Alé­gra­te, rá­pi­do con­sue­lo de los afli­gi­dos. Alé­gra­te, te­rri­ble azote de los ofen­so­res. Alé­gra­te, fuen­te inago­ta­ble de los mi­la­gros obra­dos por Dios. Alé­gra­te, tú que nos mues­tras las ta­blas de la ley de Cris­to. Alé­gra­te, firme sos­tén de los caí­dos. Alé­gra­te, pilar de los que se man­tie­nen fir­mes. Alé­gra­te, pues por ti se des­cu­bre todo en­ga­ño. Alé­gra­te, pues por ti toda ver­dad se cum­ple.

¡Alé­gra­te, oh Ni­co­lás, gran tau­ma­tur­go!

Kon­ta­kion 5

Te ma­ni­fes­tas­te como es­tre­lla en­via­da por Dios para di­ri­gir a los que na­ve­gan en el mar en­fu­re­ci­do. Cuan­do la muer­te era in­mi­nen­te, in­ter­ce­dis­te por los que pe­dían tu ayuda, oh Santo Tau­ma­tur­go Ni­co­lás. Ex­pul­sas­te del mar a los mal­va­dos de­mo­nios prohi­bién­do­les hun­dir los bar­cos, en­se­ñan­do a los fie­les a acla­mar a Dios, que salva por tu in­ter­ce­sión, di­cien­do: ¡Ale­lu­ya!

Ikos 5

Las don­ce­llas que a causa de su po­bre­za iban a ser en­tre­ga­das a la des­hon­ra, ex­pe­ri­men­ta­ron tu gran mi­se­ri­cor­dia hacia los po­bres, oh bie­na­ven­tu­ra­do Padre Ni­co­lás, cuan­do le diste en se­cre­to, a su an­ciano padre, tres bol­sas de oro, sal­ván­do­lo, con sus hijas, de la caída pe­ca­mi­no­sa. Por ello te de­ci­mos:

Alé­gra­te, te­so­ro de la mi­se­ri­cor­dia. Alé­gra­te, de­po­si­ta­rio de la pro­vi­den­cia. Alé­gra­te, ali­men­to y con­sue­lo de los ne­ce­si­ta­dos. Alé­gra­te, pan inago­ta­ble para los ham­brien­tos. Alé­gra­te, ri­que­za dada por Dios a los po­bres. Alé­gra­te, exal­ta­ción de los in­di­gen­tes. Alé­gra­te, tú que rá­pi­da­men­te ayu­das a los que no tie­nen nada. Alé­gra­te, com­pa­si­vo pro­tec­tor de los que su­fren. Alé­gra­te, casto novio de las tres vír­ge­nes. Alé­gra­te, fer­vien­te guar­dián de la pu­re­za. Alé­gra­te, es­pe­ran­za de los des­es­pe­ran­za­dos. Alé­gra­te, ale­gría de todo el mundo.

¡Alé­gra­te, oh Ni­co­lás, gran tau­ma­tur­go!

Kon­ta­kion 6

Todo el orbe te pro­cla­ma, oh bie­na­ven­tu­ra­do Ni­co­lás, como pron­to in­ter­ce­sor en las ad­ver­si­da­des, ya que te an­ti­ci­pas ayu­dan­do a los que via­jan por tie­rra y por mar, y pro­te­ges de los fu­rio­sos ele­men­tos a todos los que su­pli­can a Dios di­cien­do: ¡Ale­lu­ya!

Ikos 6

Bri­llas­te como luz vi­vi­fi­can­te, tra­yen­do la re­den­ción a los ge­ne­ra­les que ha­bían sido sen­ten­cia­dos a una muer­te in­jus­ta. Ellos se en­co­men­da­ron a ti, buen pas­tor Ni­co­lás, y apa­re­cién­do­te con te­rri­ble apa­rien­cia en sue­ños al em­pe­ra­dor, lo lle­nas­te de temor y le man­das­te li­be­rar ile­sos a los sen­ten­cia­dos inicua­men­te. Dando gra­cias junto con ellos te de­ci­mos:

Alé­gra­te, ayuda de quie­nes fer­vien­te­men­te te im­plo­ran. Alé­gra­te, tú que nos li­be­ras de la muer­te in­jus­ta. Alé­gra­te, tú que nos pre­ser­vas de las fal­sas acu­sa­cio­nes. Alé­gra­te, tú que des­tru­yes el con­se­jo de los im­píos. Alé­gra­te, tú que des­ha­ces la fal­se­dad como quien lim­pia una tela de araña. Alé­gra­te, tú que exal­tas glo­rio­sa­men­te la ver­dad. Alé­gra­te, tú que li­be­ras de las ca­de­nas a los inocen­tes. Alé­gra­te, tú que re­vi­ves a los mo­ri­bun­dos. Alé­gra­te, tú que re­ve­las la ver­dad. Alé­gra­te, tú que di­si­pas la men­ti­ra. Alé­gra­te, pues por tu me­dia­ción los inocen­tes son li­be­ra­dos de la es­pa­da. Alé­gra­te, pues con­ti­go se com­pla­cen en la luz de la jus­ti­cia y la ver­dad.

¡Alé­gra­te, oh Ni­co­lás, gran tau­ma­tur­go!

Kon­ta­kion 7

Te has ma­ni­fes­ta­do como fra­gan­te y mís­ti­co miro que di­si­pa el blas­fe­mo hedor de la he­re­jía, oh San Ni­co­lás, y apa­cen­tan­do al pue­blo de Myra, has lle­na­do todo el mundo con tu miro lleno de gra­cia. Apar­ta de no­so­tros tam­bién el hedor del pe­ca­do abo­mi­na­do por Dios para que po­da­mos su­pli­car­le di­cien­do: ¡Ale­lu­ya!

Ikos 7

Oh Padre San Ni­co­lás, te has ma­ni­fes­ta­do como el nuevo Noé, guian­do el arca de la sal­va­ción. Pon tu mano firme en el timón y di­si­pa las tor­men­tas de los mal­va­dos tra­yen­do la calma di­vi­na a todos los que te acla­ma­mos di­cien­do:

Alé­gra­te, puer­to se­reno de los ator­men­ta­dos. Alé­gra­te, se­gu­ra pro­tec­ción de quie­nes lu­chan en el mar. Alé­gra­te, ti­mo­nel se­gu­ro de quie­nes na­ve­gan en medio de los mares pro­fun­dos. Alé­gra­te, tú que cal­mas la furia de los mares. Alé­gra­te, guía de los que se en­cuen­tran en medio de los ven­da­va­les. Alé­gra­te, abri­go de los que se en­cuen­tran en medio de las he­la­das. Alé­gra­te, res­plan­dor que di­si­pa la os­cu­ri­dad de las pe­no­sas ti­nie­blas. Alé­gra­te, astro que ilu­mi­nas hasta los con­fi­nes de la tie­rra. Alé­gra­te, tú que li­bras a los hom­bres del abis­mo del pe­ca­do. Alé­gra­te, tú que de­rri­bas a Sa­ta­nás arro­ján­do­lo a la pro­fun­di­dad del hades. Alé­gra­te, pues por ti nos atre­ve­mos a in­vo­car la mi­se­ri­cor­dia de Dios. Alé­gra­te, pues por ti nos li­bra­mos del cas­ti­go de la justa ira.

¡Alé­gra­te, oh Ni­co­lás, gran tau­ma­tur­go!

Kon­ta­kion 8

Tu sa­gra­do icono se ma­ni­fies­ta como fuen­te de mi­la­gros para quie­nes acu­den bus­can­do tu in­ter­ce­sión, oh bie­na­ven­tu­ra­do Ni­co­lás. Ofre­cien­do nues­tras ora­cio­nes ante él, re­ci­bi­mos el re­me­dio de nues­tros males, si con fe en Dios, de­po­si­ta­mos en ti nues­tra es­pe­ran­za, ex­cla­man­do fiel­men­te: ¡Ale­lu­ya!

Ikos 8

Ver­da­de­ra­men­te ayu­das a todos, oh Teó­fo­ro Padre San Ni­co­lás, y li­bras de los males a los que a ti acu­den, como dador de bie­nes, li­ber­ta­dor, y mé­di­co de los fie­les que te ala­ban di­cien­do:

Alé­gra­te, fuen­te de la salud. Alé­gra­te, ayuda de los que su­fren cruel­men­te. Alé­gra­te, au­ro­ra que ilu­mi­na a los per­di­dos en la noche del pe­ca­do. Alé­gra­te, rocío ce­les­tial que ali­via los ar­do­res. Alé­gra­te, pros­pe­ri­dad de los ne­ce­si­ta­dos. Alé­gra­te, tú que das res­pues­ta antes de que las pe­ti­cio­nes te sean he­chas. Alé­gra­te, tú que res­tau­ras las fuer­zas de los an­cia­nos. Alé­gra­te, tú que re­tor­nas a la fe a los que se han apar­ta­do del ca­mino de la ver­dad. Alé­gra­te, fiel ser­vi­dor de los mis­te­rios di­vi­nos. Alé­gra­te, pues por ti pi­so­tea­mos la en­vi­dia. Alé­gra­te, ya que con tu ayuda lle­va­mos una vida vir­tuo­sa.

¡Alé­gra­te, oh Ni­co­lás, gran tau­ma­tur­go!

Kon­ta­kion 9

Eres ali­vio de las en­fer­me­da­des, oh in­ter­ce­sor nues­tro San Ni­co­lás, sa­nan­do nues­tros cuer­pos y almas y ale­gran­do los co­ra­zo­nes de los que fer­vien­te­men­te so­li­ci­tan tu ayuda, cla­man­do a Dios: ¡Ale­lu­ya!

Ikos 9

Oh Padre Ni­co­lás, lleno de la sa­bi­du­ría de Dios, has hu­mi­lla­do a los ora­do­res so­ber­bios, al blas­fe­mo Arrio, di­vi­sor de la Di­vi­ni­dad y a Sa­be­lio, que con­fun­dió las per­so­nas de la San­tí­si­ma Tri­ni­dad. En cam­bio a no­so­tros nos for­ta­le­ces en la fe Or­to­do­xa, por lo que te acla­ma­mos di­cien­do:

Alé­gra­te, es­cu­do de­fen­sor de la pie­dad. Alé­gra­te, es­pa­da que cor­tas la iniqui­dad. Alé­gra­te, maes­tro de los man­da­tos di­vi­nos. Alé­gra­te, tú que ex­ter­mi­nas las he­re­jías. Alé­gra­te, es­ca­le­ra di­vi­na por la cual subimos al cielo. Alé­gra­te, am­pa­ro di­vino bajo el cual nos re­fu­gia­mos. Alé­gra­te, pues haces sa­bios a los ig­no­ran­tes con tus pa­la­bras. Alé­gra­te, pues sa­cu­dis­te a los pe­re­zo­sos con tu di­li­gen­cia. Alé­gra­te, luz inex­tin­gui­ble de los man­da­mien­tos de Dios. Alé­gra­te, rayo lu­mi­no­so que ilu­mi­na las leyes di­vi­nas. Alé­gra­te, pues con tu en­se­ñan­za or­to­do­xa rue­dan las ca­be­zas de los he­re­jes. Alé­gra­te, pues por ti los fie­les se hacen dig­nos de la Glo­ria.

¡Alé­gra­te, oh Ni­co­lás, gran tau­ma­tur­go!

Kon­ta­kion 10

Oh Padre nues­tro San Ni­co­lás, desean­do sal­var tu alma, so­me­tis­te tu cuer­po al es­pí­ri­tu; al prin­ci­pio si­len­cio­sa­men­te, com­ba­tien­do los pen­sa­mien­tos; luego, su­man­do la con­tem­pla­ción de Dios a los he­chos, ad­qui­ris­te la ver­da­de­ra sa­bi­du­ría, con­ver­san­do con Dios y los án­ge­les. Junto a ellos cla­ma­mos di­cien­do: ¡Ale­lu­ya!

Ikos 10

Eres mu­ra­lla inex­pug­na­ble, oh Bie­na­ven­tu­ra­do, para quie­nes ala­ban tus mi­la­gros y para todos los que re­cu­rren a tu in­ter­ce­sión. Por eso, ya que somos dé­bi­les, libra de la po­bre­za, ten­ta­cio­nes, en­fer­me­da­des y males a los que con amor te can­ta­mos:

Alé­gra­te, tú que nos res­ca­tas de la mi­se­ria eter­na. Alé­gra­te, tú que nos otor­gas la ri­que­za in­co­rrup­ti­ble. Alé­gra­te, ali­men­to im­pe­re­ce­de­ro para los ham­brien­tos de la ver­dad. Alé­gra­te, be­bi­da inago­ta­ble de los se­dien­tos de Vida. Alé­gra­te, tú que nos pre­ser­vas de la sub­ver­sión y la gue­rra. Alé­gra­te, tú que nos li­be­ras de las ca­de­nas y el cau­ti­ve­rio. Alé­gra­te, glo­rio­so in­ter­ce­sor en las des­gra­cias. Alé­gra­te, po­de­ro­so de­fen­sor en las ten­ta­cio­nes. Alé­gra­te, tú que nos res­ca­tas de la per­di­ción. Alé­gra­te, tú que a tan­tos has con­ser­va­do in­dem­nes. Alé­gra­te, pues por ti, los pe­ca­do­res es­ca­pan de la muer­te cruel. Alé­gra­te, pues por ti los arre­pen­ti­dos re­ci­ben la vida eter­na.

¡Alé­gra­te, oh Ni­co­lás, gran tau­ma­tur­go!

Kon­ta­kion 11

Oh bie­na­ven­tu­ra­do San Ni­co­lás, con tus pa­la­bras, pen­sa­mien­tos y ac­cio­nes ele­va­bas per­ma­nen­te­men­te him­nos a la San­tí­si­ma Tri­ni­dad; ex­pli­cas­te los pre­cep­tos de la ver­da­de­ra fe, ins­tru­yén­do­nos en ella y en la ca­ri­dad e im­pul­sán­do­nos a can­tar al único Dios, Tri­ni­dad in­di­vi­si­ble, di­cien­do: ¡Ale­lu­ya!

Ikos 11

Oh Padre San Ni­co­lás, ele­gi­do por Dios, te con­tem­pla­mos como rayo re­ful­gen­te e inex­tin­gui­ble en la pe­num­bra de esta vida; ya que has con­ver­sa­do sobre la Luz no crea­da de la Tri­ni­dad con las in­ma­te­ria­les luces an­ge­li­ca­les, ilu­mi­na las almas de los fie­les que te can­ta­mos:

Alé­gra­te, res­plan­dor de la luz del Sol Trino. Alé­gra­te, au­ro­ra del Sol sin ocaso. Alé­gra­te, cirio en­cen­di­do por la Llama Di­vi­na. Alé­gra­te, pues apa­gas­te la llama de­mo­nía­ca de la he­re­jía. Alé­gra­te, pré­di­ca ra­dian­te de la fe or­to­do­xa. Alé­gra­te, her­mo­so res­plan­dor de la luz del Evan­ge­lio. Alé­gra­te, re­lám­pa­go que ex­tin­gues las he­re­jías. Alé­gra­te, trueno que es­pan­ta a los se­duc­to­res. Alé­gra­te, maes­tro del ver­da­de­ro en­ten­di­mien­to. Alé­gra­te, tú que re­ve­las los se­cre­tos de la ver­da­de­ra sa­bi­du­ría. Alé­gra­te, ya que por ti se abo­lió la ado­ra­ción de lo crea­do. Alé­gra­te, ya que por ti apren­di­mos a ado­rar en la Tri­ni­dad al Crea­dor.

¡Alé­gra­te, oh Ni­co­lás, gran tau­ma­tur­go!

Kon­ta­kion 12

Cono­cien­do la gra­cia que te ha sido otor­ga­da por Dios, lle­nos de ale­gría, ce­le­bra­mos tu me­mo­ria, oh glo­rio­sí­si­mo Padre San Ni­co­lás, y re­cu­rri­mos con fer­vor a tu mi­la­gro­sa in­ter­ce­sión. Sin poder con­tar tus glo­rio­sos mi­la­gros, in­nu­me­ra­bles como los gra­nos de arena y la mul­ti­tud de las es­tre­llas, lle­nos de ad­mi­ra­ción, can­ta­mos a Dios: ¡Ale­lu­ya!

Ikos 12

Can­tan­do tus mi­la­gros te en­gran­de­ce­mos, oh ala­ba­do San Ni­co­lás, pues en ti Dios, glo­ri­fi­ca­do en la Tri­ni­dad, fue ma­ra­vi­llo­sa­men­te en­sal­za­do. Aun­que te ofre­cié­ra­mos in­fi­ni­tos him­nos y sal­mos es­pi­ri­tua­les, oh Santo Tau­ma­tur­go, no ha­ría­mos nada para igua­lar el don de tus mi­la­gros, y sor­pren­di­dos por ellos te acla­ma­mos así:

Alé­gra­te, ser­vi­dor del Rey de reyes y del Señor de se­ño­res. Alé­gra­te, tú que moras con sus sier­vos ce­les­tia­les. Alé­gra­te, ayuda de reyes y go­ber­nan­tes pia­do­sos y or­to­do­xos. Alé­gra­te, glo­ria del pue­blo cris­tiano. Alé­gra­te, pues tu nom­bre con­tie­ne tu vic­to­ria. Alé­gra­te, por­ta­dor de la co­ro­na del triun­fo. Alé­gra­te, es­pe­jo de todas las vir­tu­des. Alé­gra­te, po­de­ro­sa de­fen­sa de los que acu­den a ti. Alé­gra­te, pues toda nues­tra es­pe­ran­za está en Dios, en su Madre y en ti. Alé­gra­te, salud de nues­tros cuer­pos y sal­va­ción de nues­tras almas. Alé­gra­te, ya que por ti somos me­re­ce­do­res de la vida sin fin.

¡Alé­gra­te, oh Ni­co­lás, gran tau­ma­tur­go!

Kon­ta­kion 13

Oh san­tí­si­mo y muy mi­la­gro­so padre San Ni­co­lás, Con­sue­lo de todos los des­di­cha­dos, acep­ta nues­tra pre­sen­te ofren­da y ruega al Señor para que nos vea­mos li­bres de la Gehe­na por tu in­ter­ce­sión agra­da­ble a Dios, y así po­da­mos can­tar con­ti­go: ¡Ale­lu­ya, ale­lu­ya, Ale­lu­ya!

Се́й конда́къ глаго́лется три́жды. Та́же Икосъ 1-й и Конда́къ 1-й

Ora­ción a San Ni­co­lás

Glo­rio­so San Ni­co­lás, ex­ce­len­tí­si­mo ser­vi­dor del Señor, aman­te pro­tec­tor nues­tro y rá­pi­da ayuda en las penas, ayú­da­me a mí, pe­ca­dor des­alen­ta­do, en la pre­sen­te vida; im­plo­ra al Señor Dios que me otor­gue el per­dón de todos los pe­ca­dos que co­me­tí desde mi ju­ven­tud, du­ran­te toda mi vida, en he­chos, pa­la­bras, pen­sa­mien­tos y con todos mis sen­ti­dos, y cuan­do parta mi alma ayú­da­me, a mi mi­se­ra­ble pe­ca­dor, a pasar las adua­nas de los pér­fi­dos de­mo­nios. Im­plo­ra al Señor Dios, Crea­dor de todo, que me libre de todas las pe­nu­rias y del tor­men­to eterno, a fin de que siem­pre glo­ri­fi­que al Padre, al Hijo y al Es­pí­ri­tu Santo y tu in­ter­ce­sión mi­se­ri­cor­dio­sa, ahora y siem­pre y por los si­glos de los si­glos. Amén.

Aca­tis­to al Santo Ni­co­lás, Ar­zo­bis­po de Myra en Licia, el Tau­ma­tur­go en Es­pa­ñol
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